Por qué escribo... (reflexión)
¿Por qué escribo si nadie me lee, o, peor aún, a nadie le gusta qué y cómo escribo?
Me desvelé, casi que me dormí, en realidad, con lágrimas
en los ojos, porque a pesar de vivir de taller en taller, de curso en curso, de
hacer diplomados, de estar en toda página que ayude a mi perfeccionamiento, no
logró hacer el click con mi público objetivo, con mi lectora ideal.
Comparto, publico, comento y no obtengo ninguna interacción, ni un me gusta ni un compartido. “La ignoración” total. Y eso desanima un poco —bueno a quién intento engañar, desanima bastante—. Pensás, para qué capacitarte, para qué esforzarte para dar lo mejor de vos si de nada sirve.
Ni gratis me leen, y es que no pretendo vivir de la
escritura, no quiero que las palabras escritas me den de comer, compren mi ropa
y me paguen mis viajes excéntricos (que van desde mi casa a mi trabajo, o hasta
el super). Si pretendiera eso, ¡Uf!, estaría desecha en un mar de lágrimas.
Y, entonces, me pregunté mientras daba vueltas en mi cama
sin poder dormir, porque no encuentro con quién conectar con mis historias: ¿por
qué escribís si ya está comprobado que sos pésima, por más que te esfuerces en
mejorar (y sé que me falta mucho) sos mala, y es hora de asumirlo?
Y, en ese momento, reconociendo eso, recordé por qué
comencé a escribir… por mí, para mí. Porque si busco mejorar es por mí, para
ofrecerme y ofrecer, a aquel desorientado que caiga en algún texto mío sin
querer, algo con calidad (aunque me falte mucho recorrido, aunque no le guste).
Escribo porque mis autoras favoritas, entre todas esas historias que amo, no
cuentan todas las historias que yo quiero leer, vivir; y entonces, me toca a mí
narrármelas.
Que es triste no encontrar a alguien, aunque se uno, que
sienta como yo, que pueda ver y vivir por medio de mis palabras, sí, demasiado;
pero mi terquedad, aunque se deje abrumar por mi tristeza, no me deja darme por
vencida y sé que algún día, alguien quizás por descuido se tope con un texto
mío y piense al terminar de leerlo “qué linda historia”, “no escribe tan mal
esta mujer”; voy a encontrar una persona con quien conectar, y solo por ella y
por mí es que me niego a dejar de escribir y de perfeccionarme.
¿Por qué escribo si nadie me lee? Porque amo las
palabras, amo las historias, porque me hace bien. Sí, es un motivo algo
egoísta, pero parte de la felicidad necesita de un poco de egoísmo. Escribo por
y para mí, el resto es secundario.
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